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La Ley de Puereza de cerveza de Baviera

La Ley de Puereza de cerveza de Baviera

Corría el año 1516, y por la actual Alemania se empezaba a ver que la cerveza podía ser un negocio más que rentable. La economía iba muy bien comparada con la recién abandonada Edad Media, las cosechas eran estables y se empezaba a tener dinero para más de lo estrictamente necesario para vivir. La cerveza, como el vino y otros licores, salieron de la exclusividad de las Abadías para llegar al populacho.

 Con el cambio de paradigma, se empezó a experimentar más con la cerveza. A la receta tradicional con el lúpulo incorporado ya con todo derecho, se le empezaron a sumar variantes más extravagantes. El trigo, pese a ser menos versátil que la cebada, empezó a hacerse hueco, así como el maíz, la avena y otras materias primas.

 Pero hubo un hombre que dijo basta. Desde la ciudad de Ingolstadt, el entonces duque Guillermo IV de Baviera, se propuso poner fina los dislates que hacían algunos cerveceros con el líquido. Así, promulgó la Reinheitsgebot, la Ley de Pureza de Cerveza de Baviera (23 de abril 1516).

 

La Ley de Pureza

 Efectivamente, con ello pararon los dislates y se consiguió armonizar la elaboración de cerveza. Esta ley fue tan importante que se considera la primera regulación alimentaria de la Historia, siendo también la base de las Denominaciones de Origen o las diferentes marcas de calidad que han ido surgiendo a lo largo de la historia.

 ¿Qué decía la citada ley? Muy sencillo. La cerveza, según promulgó Guillermo de Baviera, sólo debía componerse de 3 elementos: agua (preferentemente de manantial), cebada y lúpulo. Esto dejaba fuera de la ley a aquéllos que experimentaban con trigo, maíz, avena u otras hierbas aromáticas. Con ello, se consiguió preservar la elaboración de cerveza y se cuidó mucho la calidad de la misma, ya que ante la desaparición de alternativas, la cerveza que más se vendía era efectivamente la mejor y la que más gustaba. Alguno en este punto dirá que falta la levadura en la receta, pero hay que recordar que la levadura es un invento del siglo XIX, unos 300 y pico años después de esta ley.

 Sello conmemorativo de la Ley de cerveza de Baviera

El truco del amigo Guillermo

 Con esta ley también se potenció la industria cervecera. Sabiendo cuáles eran los ingredientes a usar, y teniendo en cuenta que no era viable traer lúpulos que no fueran de la zona, floreció una industria algo más pequeña que antes, pero mucho más robusta y estable. Al fin y al cabo, si gustaba tu cerveza vendías, y si no, pues te tocaba cerrar.

 Pero como casi siempre en estos casos, hay gato encerrado. El bueno de Guillermo IV no hizo esta ley por amor a la cerveza. Entre los privilegios de su ducado, estaba uno clave donde los haya: tenía la exclusividad del mercado de cebada en Baviera. Es decir, toda la cebada de la región tenía que pasar por sus manos para ser legalmente vendida. Evidentemente, la Ley hizo al duque asquerosamente rico, cumpliendo así su principal cometido.

 Como nota curiosa, comentar que esta Ley nunca ha sido derogada en sí. La Ley de la Cerveza de Baviera siguió vigente hasta 1986 nada más y nada menos. En ese año, las nuevas normativas en cuanto a alimentación que impuso la Unión Europea (entonces Comunidad Europea) dejaron sin efecto las normas alimentarias de los países miembros, que adoptaron una directiva única.

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